A pesar de los fuertes controles migratorios establecidos en la última época por países como Estados Unidos, Inglaterra ó Alemania; miles son los jóvenes que se atreven cada día a viajar por el mundo y así, descubrir de primera mano paisajes y culturas que antes eran observadas únicamente a través los libros y la televisión. Dejar de lado a la familia y renunciar al trabajo, son tan solo dos de los sacrificios obligatorios, para quienes deciden dedicar su juventud a conocer el planeta.
Los tiempos cambian, las modas pasan y las actividades que antes parecían imposibles de realizar; se han convertido en parte de la rutina de miles de jóvenes, quienes, cambian de país, de trabajo o de idioma cada vez con menos dificultad. Los padres, mientras tanto, siguen con asombro y en algunos casos con terror, estos intrépidos comportamientos que hacen de la generación nacida entre 1985 y 2000 (Generación Millenians), un sector de la población mundial bastante especial.
Por su aspecto físico, podría parecer una americana más. Sin embargo, su acento la delata y la belleza de sus ojos verdes refleja el carácter característico de los nacidos en su región. Oxana Burlacu, decidió dejar hace tres años su natal Moldavia (país ubicado entre Rumania y Ucrania) para permitirse entre aviones, escalas e idiomas; la oportunidad de conocer el mundo tal como es. Actualmente reside en el estado de Georgia, y, aunque no descarta seguir en su condición de viajera, afirma que la tierra es tan rica en naturaleza como en personalidades, un valioso tesoro que no se debe desperdiciar.
Una de las razones por la que los jóvenes toman estas decisiones, tiene que ver con las pocas oportunidades que ofrecen algunos países. La falta de apoyo en el deporte, educación y los altos niveles de corrupción en el ámbito político y organizacional; son razones suficientes para quienes se encuentran entre los 17 y los 36 años. Personas que deciden probar suerte lejos de casa y emprender así, un estilo de vida insospechado para las generaciones anteriores.
“A pesar de que vine a Estados Unidos sola, aprender varias lenguas fue un buen ejercicio para mí. Me ha permitido conocer diferentes tipos de personas y culturas. Con los idiomas puedes tocar un sinfín de puertas. Allí están las oportunidades” afirma Burlacu, que arribó a Norte América con conocimientos de ruso, alemán, italiano y perfecto rumano. Además, en el poco tiempo que lleva en Estados Unidos, logró perfeccionar el inglés y no descarta poder aprender español, ya que siente una conexión especial con la música latina.
Sin embargo, Europa del Este no es la única región del mundo donde los jóvenes se animan a viajar de forma indefinida. La crisis en España, por ejemplo, determina que el 88 por ciento de los jóvenes tiene dificultades para encontrar trabajo gracias a la falta de experiencia, a la inconformidad con los sueldos y la alta demanda de flexibilidad laboral como condición; razones válidas para que sean miles, quienes deciden aprender otro idioma y buscar un futuro en el extranjero.
En cuanto a la relación entre la universidad de donde hayan egresado y las aspiraciones salariales, solo menos del 20 por ciento de los jóvenes tienen la puerta abierta para entrar directamente a un empleo afín a lo que estudiaron. En algunos países de Sur América, es casi una obligación comenzar un empleo realizando tareas que nada tienen que ver con la profesión elegida. Como si fuera poco, los sueldos son tan bajos, que apenas unos pocos se animan a vivir de forma independiente, en muchos casos en condiciones menos que aceptables.
“Después de salir de mi país, puedo decir que regresaré solo con el pensamiento de ir de vacaciones. Soy consciente de que, aunque mi familia y mi corazón están allá, debo tomar decisiones con más razón que corazón. Sé que hay oportunidades que no debo desaprovechar, no todos pueden estar en el exterior” dice Burlacu, quien, aunque ya conoció varios lugares de Estados Unidos, nunca olvida su natal Chisináu. (Capital de Moldavia)
Finalmente, a pesar de las barreras idiomáticas, raciales y políticas que caracterizan a los vientos actuales del mundo, muchos son los jóvenes que ven el planeta como una oportunidad para conocer, experimentar, aprender y enriquecer sus vidas con la cultura de quien se encuentren en el camino. Para 2018, se espera que, a pesar de las trabas implantadas por algunos países para el paso migratorio; sean los jóvenes, quienes sigan conquistando los aeropuertos y logren construir a través de los viajes, lazos de hermandad entre una cultura y otra.