El baile ha estado presente en todas las culturas y en todos los tiempos, incluso desde la niñez, al escuchar música, el cerebro se activa y automáticamente genera un movimiento involuntario en el cuerpo que permite sentir lo que está sonando, es algo innato.
Desde el punto de vista neurológico, al momento de bailar se activan áreas sensoriales, motoras y de integración. Bailar requiere de una serie de movimientos corporales al ritmo de la música y en tiempos exactos de manera secuencial. Mientras se practica esta actividad, se activa la memoria a corto y largo plazo, se convierte en un ejercicio de retentiva donde se almacena toda la información que se ha desarrollado minutos antes.
Según indica Peter Lovatt, director del Laboratorio de Psicología Dancística de la Universidad de Hertfordshire, bailar ayuda al cerebro a generar nuevas rutas de pensamiento, nuevos circuitos neuronales, enseña a planificar y controlar tareas distintas que se ejecutan simultáneamente.
De hecho, estudios recientes revelan que algunas personas que sufren de Alzheimer, han sido capaces de recordar cosas que habían vivido cuando bailan al ritmo de una canción que ya conocían.
Y es que disfrutar de una sesión de baile, al mismo tiempo aumenta la capacidad de resistencia física y libera endorfinas (hormonas de la felicidad que combaten el estrés), por medio del baile, se logra olvidar de los problemas porque el cuerpo y la mente se dejan llevar por la música, es una excelente terapia de relajación y descarga de energía.
Indudablemente, ejercitarse de esta manera también es el plan ideal para quemar calorías, controlar el nivel de azúcar en la sangre, los niveles de colesterol y la presión arterial, tal como lo muestran estudios realizados anteriormente.
¿Sabías qué…?
• Bailar fortalece los músculos, aumenta la flexibilidad, la fuerza y la resistencia. Es muy recomendado para personas que sufren de patologías óseas y rigidez de articulaciones.
• Estimula el flujo sanguíneo y el funcionamiento del sistema circulatorio.
• Potencia la coordinación, agilidad y equilibrio. Es un buen ejercicio para la memoria y concentración.
• Corrige la postura y mejora el aspecto físico por problemas de sedentarismo.
• Ayuda a desarrollar el oído musical, el sentido del ritmo y la expresión corporal.
• Facilita la expresión de sensaciones, emociones, sentimientos y estados de ánimo de forma natural y desinhibida.
• Mejora el estado de ánimo, aumenta la autoestima y las actitudes positivas hacia uno mismo y los demás, genera confianza y seguridad.
• Y finalmente, científicos de la Universidad de Missouri (EE UU) indican que bailar puede ser terapéutico al alcanzar la tercera edad debido a que mejora considerablemente el equilibrio y reduce el riesgo de caídas y lesiones.
Así que no hay excusas para no bailar, además de todos los beneficios que brinda esta práctica, se puede realizar a cualquier edad y con la garantía de vivir un momento mágico al son de la música.